Y cuando llega la noche,
las estrellas lejanas
sobrecogen el horizonte
y dejan sobre la rama
el firmamento con sus cuestionario.
Y en la voz de los bosques,
el alma de los muertos
oscila como las interrogaciones;
las aves se quedan como ausentes
en la camuflada quietud de la foresta,
y queda la hoja
con su ejercicio tamborero sobre el aire,
encubriendo la cansada marcha de la tropa.
Y enterrados en la magnitud
del ojo,
en la selva inundada
que vio uncir su torre verde;
como una hoja seca
que se desprende en la llanura,
nuestros cuerpos
por los senderos,
amparados en las sangrientas melodías de las "Aka
47",
avanzan defendiendo la permanencia de la aurora. |